La CESM, la mejor defensa de los médicos

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 PUBLICADO EN GACETA MÉDICA DIGITAL

SERGIO ALONSO, REDACTOR JEFE DE 'LA RAZÓN'

Fecha de publicación: Domingo, 18 de Marzo de 2007

En el mundo de las organizaciones sanitarias pueden establecerse tres categorías diferentes. En la primera se engloban las entidades que, voluntariamente, sucumben a los cantos de sirena del poder, aun a costa de renunciar a su independencia e, incluso, a la defensa a ultranza de sus representados. En una segunda categoría podría incluirse a aquellas asociaciones que prefieren mantener una actitud tibia, sin posicionamiento claro, y que optan por moverse en la dirección en la que el viento sople. La tercera está integrada por las organizaciones irreductibles, auténticos huesos duros para ministerio, consejerías y otros centros de decisión, y cuya estrategia pasa por defender a largo plazo los intereses de sus asociados pese a sufrir por ello todo tipo de ataques por parte de los agentes que les rodean. El mejor ejemplo de este último grupo es la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), de Carlos Amaya, gran vencedora en las últimas elecciones sindicales y verdadero martillo en el sector sanitario de Gobiernos de distinto signo político.

A la CESM podrán achacársele muchas cosas, pero, desde luego, nadie encontrará prueba alguna de que sus dirigentes antepongan sus intereses a los de sus asociados. En la anterior etapa de Gobierno socialista, con Ángeles Amador como ministra de Sanidad, la confederación llevó a las calles a miles de facultativos y paralizó decenas de hospitales en demanda de mejoras laborales para los profesionales. Aunque todavía hay quien les resta peso, lo cierto es que sus protestas influyeron bastante en el vuelco electoral de los comicios de 1996. Cuando el PP llegó al poder y pensaba que CESM era un mero apéndice de sus intereses, ésta hizo una vez más gala de su independencia. A José Manuel Romay y a Alberto Núñez Feijóo les tumbó las fundaciones sanitarias, y a Celia Villalobos la puso contra las cuerdas denunciando la pésima articulación de las transferencias que entonces pergeñaba el Insalud, y el errático rumbo en el que se iba a convertir la OPE de los interinos. Años después, numerosas CC.AA. lamentan aún la forma en que se materializó el traspaso y muchos médicos no han podido tomar posesión de su plaza. Por último, CESM fue una de las principales fuentes de disgusto de Ana Pastor como ministra, y su papel fue determinante para que el Estatuto Marco y la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (LOPS) se alumbraran con menos fallos de los esperados.

Ya con el PSOE de vuelta al poder, los sindicatos médicos se han convertido prácticamente en la única isla a la que no pueden acceder los altos cargos de Sanidad. Como era previsible, Amaya se ha convertido en el enemigo público número uno de un ministerio que rápidamente cataloga a sus opositores dentro de 'la derecha'. Craso error de principiantes sin memoria histórica. Durante lo que llevamos de legislatura, CESM ha puesto en jaque a Manuel Lamela en Madrid y ha convertido en un polvorín más de un hospital de la comunidad. También ha impulsado huelgas en CC.AA. del PP y el PSOE y ha plantado cara, sin tapujos, a un ministerio muy criticado por todo el sector. Como no podía ser menos, se ha posicionado en defensa de los más débiles, los residentes, en la guerra que tienen abierta con el Gobierno, recurriendo el decreto que perpetúa su precariedad laboral. Además de secundar las movilizaciones de los MIR, la organización de Amaya ha denunciado con tino la errática política de recursos humanos que han desplegado Elena Salgado y sus altos cargos, alertó de forma pionera sobre la fuga de profesionales al extranjero y la llegada de otros a precio de saldo y sin el título homologado, y ha criticado el pésimo funcionamiento de órganos como el llamado Foro Marco para el Diálogo Social con el que Sanidad quiso difuminar las críticas a sus políticas. CESM es, además, autora del mejor estudio existente sobre la falta de profesionales en España y ha obtenido mejoras sustanciales para los médicos en numerosas comunidades. Es, en fin, una organización irreductible. De ahí su éxito en las elecciones sindicales.